¿25 metros no serán demasiados, ministra?
He oído las declaraciones de la ministra de Vivienda y no salgo de mi asombro al comprobar la sorpresa que ha causado entre el personal. Porque, vamos a ver, la cosa tiene su miga y no puede ser despachada con media verónica: esta mujer, con su propuesta de viviendas de 25 metros -algo así como el retrete de Abelló - y servicios y zonas comunes, ha reinventado la corrala, famosa fórmula habitacional del Madrid de los Austrias, con derecho a cocina y sin urinario, que maldita la falta que hacía sin agua corriente, de modo que iba uno tranquilamente embozado por la calle, su espada bien ceñida al cinto, y oía aquel terrorífico "¡agua va...!", y salía zumbando a esconderse bajo el primer soportal, porque algún hijo de mala madre de entre el vecindario estaba a punto de descargar el orinal con los alivios nocturnos sobre el viandante no avisado...
Lo cual que la ministra no ha dicho ninguna tontería, vamos a ver, ¿no han visto ustedes en Japón esos catres, especie de nichos, donde se meten los japos a dormir como gatos en celo reptando por los tejados, tal que si fueran las literas del Shangai , aquel famoso tren que tardaba dos días en alcanzar Barcelona desde La Coruña? Eso sí que es duro, quiero decir, dormir en un tubo como los nipones, que ante eso los 25 de la ministra Trujillo son como el salón de baile del Palacio de Versalles, un exceso, con espejitos y todo.
La cosa tiene, además, un aluvión se segundas lecturas, todas muy pertinentes. Sesudos estudios de antropología urbana han demostrado la capacidad que tiene el espacio -o más bien la falta del mismo- como categoría cultural para interactuar con las personas. Lo digo porque una vivienda de 25 metros favorece el contacto físico, la comunicación oral -no, desde luego, la escrita, por evidente falta de espacio para mover la muñeca- y naturalmente el buen rollito -todo un signo de los tiempos-, quiero decir el amor a raudales. Si, al mismo tiempo, la ministra lograra prohibir la televisión en sus soluciones habitacionales, qué duda cabe que la natalidad podría experimentar un inesperado y saludable auge del que tan necesitados andan estos Reinos, de modo que a lo mejor resolvíamos ese quebradero de cabeza permanente que es la inmigración, con lo cual íbamos a matar varios pájaros de un tiro.
Habría que imaginar si a un ministro barra ministra de un Gobierno del PP se le hubiera ocurrido semejante idea, ¡virgen santa...! Se lo pueden ustedes imaginar, claro, como los ricos no tienen ningún problema de vivienda quieren meter a los pobres en pocilgas, y cobrárselo encima a precio de oro, mal rayo les parte, que se metan Botín , los Albertos o el propio Abelló en 25 metros , a ver cómo se las apaña Elena Cue para tender la colada, explotadores de mierda... Y por ahí. Claro que quizá lo único que ha pretendido la humilde extremeña es rendir un secreto homenaje a Don Claudio, más conocido por el Claudillo , ya saben, Franco , ahora que le han retirado la estatua. Lo digo por aquello de "El Pisito", la peli de Marco Ferreri , con Jo sé Luis López Vázquez en su primer papel protagonista en cine. Franquismo puro.
Es lo que tiene ser una ministra de izquierdas, que una suelta lo de las soluciones habitacionales de a 25 metros cuadrados y se queda tan ancha, se fuma un puro, y hasta es posible que El País le vea al día siguiente su lado bueno y salga con una defensa cerrada, como en lo de Leganés, que dicen que Polanco está aburrido de pagar el alquiler de la casa de Valdemorillo a Mari Luz (8.000 millones me han contado que le sacó la chica, muy merecidamente, muy bien Mari Luz), y va a ofrecer a Zapatero su pisazo en Méndez Núñez, frente al Casón del Buen Retiro, para que la Trujillo lo subdivida en cómodas soluciones habitacionales de a 25 metros cuadrados , con derecho a cocina.
Lo cual que la Trujillo ha descubierto la modernización de Zapatero, o tal vez se trate simplemente de la modernidad a palo seco. Con lo que se demuestra que todo aquello que es susceptible de empeorar, empeora. Dice la ministra que "la dignidad no se puede medir por metros cuadrados". La estupidez, tampoco. Un poco de por favor, señora Trujillo.