- Realmente, no sé qué voy a hacer contigo -le dijo el diablo-, estás en mi lista, pero no tengo lugar para ti y como has sido tan malo tienes que quedarte aquí, así que vamos a hacer lo siguiente:
Hay algunas personas aquí que no fueron tan malas como tú, así que tendré que dejar ir a alguien y tú te quedarás en su lugar, es más, te voy a dejar escoger una de tres celdas.
- Bush, no tenía otra opción y aceptó.-
De modo que el diablo abrió la primera celda.
Allí estaba Richard Nixon en una gran piscina. Todo lo que hacía era zambullirse en el agua y volver a salir. Ese era su destino en el infierno.
- No, -dijo Bush-, esto no me gusta, yo no soy buen nadador y no puedo hacer eso todo el día.
El diablo abrió la segunda celda y ahí estaba José María Aznar.
Todo el santo día picando con un martillo una montaña de piedras.
- No, -dijo Bush, no puedo picar piedras todo el día, pues tengo problemas con el hombro.
El diablo abrió la tercera celda y he aquí a Saddam Hussein, cómodamente tirado en el suelo, con las manos detrás de la cabeza, las piernas abiertas y fumándose un largo puro cubano. Agachada sobre él se encontraba Mónica Lewinsky, haciendo lo que ella sabe hacer mejor... Bush miró la escena con incredulidad y gritó animadísimo:
- ¡Aquí me quiero quedar!.
Entonces el diablo sonrió maliciosamente... y gritó:
- ¡Mónica, ya llegó tu relevo!